Primera parte


Yuliana Ivette López Rodríguez

¿Por qué separan a los hombres de las mujeres en el transporte público?

En México la violencia contra las mujeres no sólo ocurre en el ámbito privado sino también en el público. El transporte donde viajan cerca de 15.7 millones de personas, de las cuales, el Instituto de las Mujeres (Inmujeres DF) estima que entre el  47 y 52%  son usuarias, se ha vuelto un vehículo de peligro para las mujeres quienes son las que más lo utilizan.

Frente a esta realidad, y como parte de las demandas de las mujeres para el ejercicio pleno de sus derechos, nacen políticas públicas de Igualdad de Género en donde se enmarca el programa Viajemos Seguras en el Transporte Público. Una de sus acciones como medida de seguridad para que las viajeras dejen de sufrir violencia sexual en sus traslados es la separación de Hombres y Mujeres en el STC Metro; dos vagones,  en  los  horarios  de 06:00 a 10:00  y de 14:00 a 22:00 horas.

Dentro de las violencias que han visibilizado el movimiento amplio de mujeres y feministas, las autoridades han asumido la obligación de construir ciudades más democráticas y esto lleva implícito, fomentar los derechos de las mujeres quienes son la mitad de la población en México.

Así, las autoridades ratifican su compromiso para combatir la violencia contra las mujeres y niñas, eliminar todas las formas de discriminación contra ellas y formular políticas públicas con un enfoque de género para fortalecer los mecanismos institucionales.

Estos acuerdos fueron firmados desde 1981 en la Convención sobre la Eliminación de todas las Formas de Discriminación contra la Mujer (CEDAW por sus siglas en inglés); en  la Declaración y Plataforma de Acción de Beijing de 1995; la Convención Interamericana para Prevenir, Sancionar y Erradicar la Violencia contra la Mujer, Belém do Pará, en 1998 y en los Objetivos de Desarrollo del Milenio de los años 2000 y 2005.

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Foto: Antonio Nava / Navaphotos.com

Abuso, acoso y violencia sexual en el transporte público de la CDMX

Tratar el tema de la violencia sexual en el Trasporte Público (en adelante TP) resultó una tarea complicada, todavía sigue siendo incomprensible para mucha gente, asegura Margarita Argott Cisneros coordinadora de Modelos de Atención de la Violencia del Inmujeres DF.

Según datos recabados en la participación de la defensora de Derechos Humanos en el 7° Congreso Internacional de Transporte, organizado por la AMTM, los tres tipos de delitos cometidos contra las mujeres en el TP son el abuso, acoso y las violaciones. Cabe mencionar que estas violencias del tipo sexual, no olvidan el daño y consecuencias psicológicas que están implícitas.

En 2014, la Procuraduría General de Justicia del DF (PGJ) recibió 318 denuncias por delitos de abuso sexual contra las mujeres en el TP. Fue en las estaciones de los sistemas donde más se presentaron estos delitos (249 casos); 224 en el Metro; 14 en Metrobús; 5 en el Tren Ligero; 4 en Mexibús y 2 en el Tren Suburbano. Sólo 69 casos se presentaron fuera de las estaciones preestablecidas.

El abuso sexual es un delito que está plasmado en el artículo 260 del Código Penal del DF y contempla los tocamientos de los cuerpos sin consentimiento. Este tiene una pena que va de seis a diez años de prisión y hasta doscientos días multa.

Por otra parte, datos de 2014 de los Módulos de Atención de Mujeres ubicados en las estaciones del Metro de la Ciudad de México, atendieron 39 casos por acoso sexual. Según registros de la misma institución, se atendieron estos delitos a partir de 2011 con 8 casos; 2012 con 43 y 2013 con 33.

El acoso sexual está tipificado como un ejercicio abusivo de poder que lleva a la víctima a un estado de indefensión y de riesgo. Se expresa mediante conductas verbales, físicas o ambas, tales como miradas lascivas o palabras obscenas, acerca del cuerpo o apariencia de las mujeres.

Finalmente, las violaciones sexuales. Estadísticas de la PGJ DF revelaron que en 2014 se denunciaron 20 casos, de estos, 18 ocurrieron en taxis y 2 en microbuses.

El pasado 25 de marzo de este año, la periodista mexicana, Elisa Alanís, denunció en su columna Razones y Pasiones que una de sus colegas del diario El Universal habían sido agredida sexual y psicológicamente  en el transporte público. Su compañera quien viajaba de mañana para el trabajo por la ruta Ixtapaluca- Aeropuerto, que corre del Estado de México a la Ciudad, fue violentada, junto con otras mujeres, por el conductor y otros dos hombres. 

Foto: Antonio Nava / Navaphotos.com

Foto: Antonio Nava / Navaphotos.com

 Viajemos Seguras: atención prioritaria, no discriminatoria

El programa Viajemos Seguras en el Transporte Público, iniciativa dada a conocer en 2007, no se ha implementado con todas sus acciones, sobre todo de comunicación pues las y los ciudadanos la interpretan como segregación.

Al respecto, la doctora del Centro de Investigaciones Interdisciplinarias en Ciencias y Humanidades (CEIICH), de la UNAM, Jahel López Guerrero comenta que esta acción es confrontativa para los hombres porque lo interpretan como una pérdida de los privilegios que tienen en el espacio público.

Agrega que es impactante que ahora se les señale que acciones tan comunes para ellos como los piropos, las miradas lascivas, chiflidos y tocamientos, sean un delito que va en contra de los Derechos de las Mujeres pues esto tiene repercusiones en su transitar libre dentro del espacio público. Completa diciendo que al ser ésta una violencia, tiene una intención y es la demostración de poder sobre las mujeres y sus cuerpos.

Por otra parte, desde el análisis de política pública del feminismo, el programa Viajemos Seguras en el Transporte Público, se reconoce como Necesidades de las Mujeres y trata de cubrir carencias, en este caso, la seguridad  de las usuarias, asegura Adina Barrera Hernández, Maestra en Comunicación por la UNAM.

La también Integrante de la Red Iberoamericana en Ciencias Sociales con Enfoque de género (RED- HILA) añade que a pesar de que la acción trata de frenar la violencia sexual en estos espacios, no se atiende lo que el problema mismo señala: una cuestión estructural. Se refiere a la construcción social de los géneros porque se concibe a las mujeres como objetos de placer para los hombres.

Propone avanzar la mirada a políticas que vayan encaminadas hacia los Intereses Estratégicos de las Mujeres, es decir, que construyan una nueva cultura de respeto para ellas y sus derechos. 

Por su parte, la Doctora en Antropología, Jahel López Guerrero, agrega que el programa es una labor política del gobierno de la ciudad que lo posiciona como un reconocedor de los Derechos de las Mujeres.

Ambas investigadoras coinciden en que el programa no se ha ejecutado ni comunicado en plenitud, no olvidan que alrededor de esto, existe una cultura que legitima los mecanismos que rechazan los Derechos de las  Mujeres. Jahel menciona que este es un programa que a pesar de contar con recursos limitados, sí ha traído avances con respecto a otros lugares fuera de la Ciudad de México.

Se necesita una  Cultura Solidaria entre hombres y mujeres. Esta debe ir en dos ejes; los hombres pueden posicionarse al decir: “Yo soy usuario del transporte. Me subo, me transporto y punto”; el segundo, que las mujeres también digan “Yo soy usuaria del transporte público, por lo tanto tengo derecho a viajar segura“, propone Margarita Argott encargada del programa.

La funcionaria  invita a que los hombres, también se manifiesten en contra de la violencia de género y digan “Yo no lo hago y no lo permito” y así hacer un frente  muy amplio y poder acabar con estos delitos.

El programa tiene que comunicar a las mujeres y los hombres que esta es una acción pedagógica porque existe un problema que hay que atender y que afecta específicamente a las mujeres. Se debe tener una política de comunicación para que la sociedad entienda por qué las mujeres necesitan una atención prioritaria, no privilegiada, enfatiza Adina Barrera Hernández.

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